viernes, 7 de octubre de 2011

Luis Quiñones de Benavente

(Artículo de Ángel Romera publicado en la Wikipedia)

Luis Quiñones de Benavente o de Benavente y Quiñones, según las fuentes, (Toledo, 1581 - Madrid, 1651) fue un reconocido entremesista del Siglo de Oro español. Nació y vivió en Toledo prácticamente hasta 1617 y se hizo clérigo muy joven, en 1598, y se ordenó de mayores en 1612 para gozar beneficios eclesiásticos que algunos familiares habían instituido en su nombre.



Fue amigo de Lope de Vega, a quien frecuentó cuando venía a Toledo para estar con su amante, pero no participó excesivamente en la vida cultural del entorno, aunque intervino en la Academia de Fuensalida (1602 o 1603) y en un certamen poético dedicado a San Ignacio de Loyola en 1609.


Trasladado a la Corte en 1617, en los últimos años del reinado de Felipe III, fue conocido entonces como alegre compositor de bailes y seguidillas, por lo cual lo caricaturizó Francisco de Quevedo en su Infierno enmendado (1628), donde aparece como "Poeta de los pícaros" y es acusado de llenar las bocas de las lavanderas y ganapanes con todo tipo de sones y canciones que nada significan.  Participó en varias academias, como la del Buen Retiro (1637 y 1638), años en los que alcanzó el apogeo de su celebridad como entremesista, aportando la novedad de escribirlos en verso cantado. También estuvo entre los ingenios de la del contador real Agustín de Galarza y ayudó a la parroquia madrileña de Santa María Magdalena, para cuya cofradía del Santísimo Sacramento compuso gran número de versos jocosos.


Fue capellán de Diego Contreras en 1640, fecha en la que se retiró del teatro. Otorgó testamento en 1651 y ese mismo año murió.


Mereció los elogios de su amigo Lope de Vega en su Laurel de Apolo, de Juan Pérez de Montalbán en su Para todos y de Tirso de Molina en sus Cigarrales de Toledo.

OBRA

Destacó sobre todo en el entremés, para el cual fue tenido en su tiempo como patrón y modelo canónico. Poseía un gran genio satírico y dotes de fino observador que hacen de él un predecesor del costumbrismo decimonónico, así como gran vis cómica.

Fue el primero en escribir entremeses en verso con partes cantadas, costumbre que luego se generalizó. Sin embargo, sus personajes no pasan de ser tipos sociales, frente a la aguda caracterización e individuación de que hacen gala los creados por otro maestro del género, Cervantes. En 1645 vio la luz la primera colección de sus obras, agrupadas bajo el título Jocoseria. Burlas, veras o reprensión moral y festiva de los desórdenes públicos, aprobada por Vélez de Guevara y donde recoge 48 piezas. Sin embargo se calcula que llegó a componer hasta novecientas piezas dramáticas breves, incluyendo también loas y jácaras; de ellas Emilio Cotarelo y Mori llegó a reunir 142; se supone que las demás se han perdido o corren sin nombre seguro de autor.

Quiñones fue uno de los autores más copiados e imitados del siglo XVII. La vista de la cárcel es el patrón de El alcalde Ardite, atribuido a Francisco de Rojas Zorrilla; El borracho fue imitado por don José Julián de Castro en El gato. Los muertos vivos sirvieron de argumento a Francisco Bernardo de Quirós para su entremés del mismo título; El remediador sirvió a Ramón de la Cruz para su sainete El hambriento; Los maricones son el precedente de Los maricones burlados de Gil López Armesto y Castro; La hechicera es semejante a Los putos, de Jerónimo de Cáncer y Velasco.



BIBLIOGRAFÍA

    Javier Huerta Calvo, dir., Historia del Teatro Español I, Madrid: Gredos, 2003.

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